Investigadores de la Fundació Observatori Esteve Duran-Institut de Ciències de l'Espai (CSIC-IEEC), junto a otros científicos nacionales e internacionales, han desvelado por primera vez las claves de una enorme tormenta blanca del planeta Saturno, en un estudio liderado por el profesor Agustín Sánchez de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU).
En un artículo, que ha sido portada de la revista 'Nature', los investigadores han descrito el comportamiento de la tormenta y han constatado que no es superficial, descartando la posibilidad de ser generada por la radiación solar.
Los científicos han avalado que estas tormentas se comportan como una gran actividad eléctrica, con descargas de energía mucho más intensas que las terrestres, lo que es de gran interés porque hasta ahora no se tenía conocimiento del interior del planeta, ya que ninguna sonda ha travesado su atmósfera.
Cada año saturniano, equivalente a 30 años terrestres, se produce en Saturno una tormenta de enormes proporciones llamada Gran Mancha Blanca, que sucede generalmente en el hemisferio norte del planeta o en su ecuador, y parece estar asociada al ciclo estacional, ya que aparece en época estival cuando la radiación solar sobre el planeta es más grande.
Aunque la periodicidad de estas tormentas se conoce desde hace más de un siglo, la siguiente --prevista en 2020-- se ha anticipado, ya que a principios de diciembre de 2010 Saturno empezó a mostrar una mancha blanca muy brillante en latitudes medias del hemisferio norte, primer signo de gestación de esta majestuosa tormenta, que ha alcanzado una superficie de miles de millones de kilómetros cuadrados.
Aunque la tormenta se originó en un foco concreto, rápidamente se prolongó en longitud y produjo una distorsión en la atmósfera generando un anillo de nubes blancas que envolvió el planeta en menos de dos meses y perturbó su visión aparentemente tranquila.
Las imágenes han sido captadas por el telescopio espacial Hubble, la sonda Cassini --que orbita Saturno desde 2004-- y telescopios terrestres, y buscan conocer el origen de las tormentas, que según los científicos, está a 250 kilómetros de proofundidad en una capa de la atmósfera con vapor de agua.
Fuente: ep
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