30/11/14

Cómo sabrán los científicos si la vida llegó de un cometa

Los científicos coinciden en que la misión Rosetta está siendo un éxito histórico. Sin embargo, más allá del aterrizaje del módulo Philae sobre el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko son un hito histórico, el objetivo último es averiguar si es posible que moléculas que viajaban a bordo de este tipo de cuerpos celestes pudieron dar lugar a la vida en la Tierra. ¿Y cómo pueden saber eso los investigadores a más de 500 millones de kilómetros de distancia?

Philae va equipado con distintos instrumentos para detectar moléculas, unos que aspiran u «olfatean» los gases del cometa y otros que perforan su superficie y obtienen muestras del interior.

Por el momento, los científicos solo cuentan con los datos de moléculas orgánicas recogidas por el analizador de gases COSAC (siglas en inglés de Composición y Recogida de Muestras Cometarias), que son las que los científicos están analizando. En concreto, Philae obtuvo esas muestras de la nube de polvo que levantó en su accidentado aterrizaje el pasado día 12.

Se trata de monóxido de carbono, dióxido de carbono y otras moléculas más complejas sobre cuya composición aún no se han puesto de acuerdo los científicos, explica a ABC Guillermo Muñoz Caro, científico del Centro de Astrobiología del INTA y miembro de la misión Rosetta.

Para analizarla, se está estudiando los datos facilitados por un espectrómetro de masas. Este instrumento cuenta con un filamento a través del cual una corriente de electrones ioniza las moléculas y las fragmenta. Eso permite medir la masa de la molécula y el patrón de los fragmentos resultantes, es decir, obtener su espectro de masa, lo que a su vez sirve a los científicos para identificar la composición. A las de agua, por ejemplo, les corresponde una masa de 18 y al monóxido de carbono 28.

En el caso de las moléculas detectadas en el cometa donde se ha posado Philae, su masa es superior a 44, revela Guillermo Muñoz, por lo que aún no ha sido posible un consenso entre los científicos sobre su composición y poder determinar si son precursoras de vida. Aún serán necesarias unas cuantas discusiones para alcanzarlo.

«Moléculas sencillas»
En cualquier caso, «no dejan de ser moléculas sencillas», advierte Guillermo Muñoz. «Las verdaderamente complejas serían las que tendríamos de la muestra de suelo con el taladro», que hasta ahora no ha aportado información, apunta. El pasado viernes, unas horas antes de que Philae se quedara sin batería, se dio la orden para que el perforador se pusiera en marcha. Sin embargo, no ha llegado a proporcionar datos de nuevas moléculas.

Para los científicos, «fue un gran alivio ver cómo iban llegando los archivos de datos un poco antes de medianoche». «Todo el proceso mecánico funcionó bien, el taladro, el movimiento del carrusel para guardar muestras recogidas por el taladro, el horno para volatilizar la muestra y el cromatógrafo», señala Guillermo Muñoz, pero la señal era «débil» y se necesitará un tiempo para interpretar los datos.

«Podría ser que el "drill" haya extraído muy poca muestra del suelo comentario, tal vez debido a la inclinación de Philae, que debe ser considerable teniendo en cuenta que una de las tres patas no está apoyada en el suelo», apunta el científico español, que considera que una posible vuelta a la actividad de Philae, que podría favorecer el giro de 35 grados del cuerpo principal de Philae para recibir más luz solar, o la llegada del verano, permitiría repetir la medida del taladro y mover el "lander" para encontrar una posición mejor.

«No nos resignamos pues a pensar que Philae vaya a dormir eternamente», asegura.


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