23/11/15

La sonda Philae hace historia al cumplir un año posada sobre un cometa

Philae, el módulo de aterrizaje de la nave Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA), cumple mañana su primer aniversario sobre la superficie del cometa 67P, en el que ha hecho historia dentro de una misión que ayudará a descubrir si esos astros intervinieron en la formación de la vida en la Tierra.

Su regalo adelantado de cumpleaños le llegó el pasado lunes, cuando Rosetta anunció en su cuenta de Twitter que se encontraba de nuevo a unos 200 kilómetros del cometa, lo que, tras cuatro meses «en silencio», aumenta las posibilidades de retomar el contacto con él.

Rosetta, la primera misión diseñada para orbitar y aterrizar sobre un cometa, llegó al 67P/Churyumov-Gerasimenko en agosto de 2014, tras un largo viaje de diez años, para estudiar por primera vez sobre el terreno esos astros considerados como cápsulas del tiempo de los orígenes del sistema solar.

El aterrizaje de Philae en noviembre, pionero pero accidentado, después de rebotar varias veces sobre su superficie, dejó al módulo en una situación privilegiada para observar las condiciones de su superficie, temperatura y composición.

«Ha posibilitado por primera vez ver cómo funciona un cometa, sus variaciones en función de su actividad. Debería permitir reanalizar los datos sobre otros cometas, minimizar las hipótesis. Habrá que reescribir en los próximos años lo que sabemos sobre ellos», explicó a EFE el científico de la ESA Nicolas Altobelli.

Los investigadores destacan que los cometas conservan el material más prístino de nuestro sistema solar en forma de hielo, polvo, silicatos y materia orgánica sólida, por lo que el estudio de su composición proporciona información clave para entender cómo se formó el sistema.

Una misión accidentada
El robot encargado de esa labor permaneció operativo en un primer momento durante casi 60 horas, aunque posteriormente, al quedar en una zona de sombra del cuerpo celeste, no pudo recargar sus baterías solares y entró en hibernación.

Siete meses después, el pasado 13 de junio, salió por sorpresa de su letargo, dio señales de haber recuperado la actividad, y facilitó el envío de más de 300 paquetes de datos.

Las observaciones recogidas por Rosetta y Philae durante los rebotes del módulo de aterrizaje sobre el cometa demostraron, por ejemplo, que su núcleo no está magnetizado, y la misión ha sugerido también que el hielo de su superficie aparece y desaparece cíclicamente en función de la exposición a la luz solar.

¿Origen de la vida?
El módulo, según informó el pasado julio la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias (AAAS), ha hallado en el cometa también compuestos orgánicos considerados precursores de la vida, porque intervienen en la formación de aminoácidos esenciales o de bases nucleicas.

La complejidad y la ambición del proyecto, según Altobelli, suponen que ninguna agencia nacional podría haberlo llevado a cabo sola, por lo que estos primeros éxitos son «un reflejo de lo que Europa puede hacer unida».

Ahora, el hecho de que Rosetta haya vuelto a acercarse al cometa, tras haber tomado distancia por precaución, para evitar el gas, el polvo y los fragmentos que al llegar en agosto a su punto más cercano al sol, se espera que abra un nuevo capítulo.

Establecer una comunicación estable con el módulo, algo previsto para finales de noviembre, llevaría a poder emprender nuevas operaciones científicas con él, una posibilidad que se acabaría entre finales de enero y febrero, con su alejamiento del Sol.

La misión iba a terminar oficialmente a finales de este año, pero la ESA decidió prolongarla en junio nueve meses más, hasta septiembre de 2016, y avanzó que la aventura probablemente terminará con la propia sonda posada también sobre el cometa, desde donde se ve improbable que pueda seguir enviando datos a la Tierra.



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